jueves, 15 de mayo de 2008

El jefe de Gabinete cree que se puede "dar vuelta la página" tras el discurso de Cristina

"Lo importante es que podamos avanzar" en la solución del conflicto con el campo, dijo Alberto Fernández. Igual insistió en que el Gobierno siempre tuvo "vocación de diálogo" y que los ruralistas recibieron una "propuesta amplísima". Hoy hubo nuevos gestos a favor de la negociación.

Con el discurso de tono conciliador que dio durante el acto en el que Néstor Kirchner asumió como titular del PJ, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pareció enviar ayer una primera señal al campo. Hoy, antes de la reunión en la que las entidades agropecuarias decidirán si siguen con el paro, el Gobierno volvió a hablar a favor de retomar el diálogo . E incluyó un guiño sobre la posibilidad de debatir el sistema de retenciones móviles a las exportaciones, que desató la protesta. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, dijo tener la esperanza de que se pueda "dar vuelta la página a partir del discurso de ayer de la Presidenta". Y agregó: "Lo importante es que podamos avanzar" en la resolución del conflicto. De todos modos, en declaraciones a radio América, reiteró que el Gobierno "siempre expresó la vocación de dialogar". Y que los ruralistas ya tienen en sus manos la "propuesta amplísima" que él mismo viene diciendo que les dejó antes de que el campo regresara al paro hace ocho días tras más de un mes de tregua en sus reclamos contra el sistema de retenciones móviles para las exportaciones de soja, maíz, trigo y girasol. Por su parte, el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, tuvo un guiño mucho más cercano al que reclama el campo. "Si hay asimetrías" como consecuencia del sistema de retenciones móviles, dijo esta malana, " hay que sentarse a la mesa, discutirlas y encontrar una salida ". Aunque ayer la Presidenta no hizo alusión directa al tema (habló de la necesidad de "debatir democráticamente" pero sin mencionar el conflicto con el campo), según el titular de la cartera de Justicia, los dirigentes del campo tuvieron "un interlocutor de lujo" cuando Fernández de Kirchner dijo tener "la vocación de encontrar una alternativa" a la crisis. Después de los fuertes cruces discursivos entre el kirchnerismo y el campo de los últimos días, el acto de ayer en la cancha de Almagro le sirvió al oficialismo para dar un mensaje dialoguista , justo antes de los encuentros que mantendrán hoy las entidades rurales en Santa Fe para decidir si continúan o no con el nuevo paro, que comenzó hace ocho días.

Giro en el mensaje del Gobierno, que puede ayudar a destrabar el conflicto

No hay garantía de que los gestos políticos que se sucedan tengan correspondencia con los discursos escuchados ayer en la asunción de Néstor Kirchner como jefe del peronismo. Pero algo cambió en las últimas horas en el cuartel oficial respecto del conflicto con el campo: Cristina Fernández y Hugo Moyano, sobre todo, apelaron a un tono conciliador que contrastó con el espíritu demasiado beligerante que vino exhibiendo hasta ahora el Gobierno.La entronización de Kirchner pasó a un segundo plano. El propio ex presidente tomó esa determinación cuando cedió la palabra a su mujer. Asumía él, no ella. Pero el matrimonio presidencial, luego de largos cabildeos, terminó haciendo una valoración correcta de la puesta en escena. La sociedad aguardaba ese acto para saber si debía seguir conviviendo con su angustia o si se abría la posibilidad de una tregua. Los dirigentes rurales también esperaban alguna señal después de la dura descalificación que Alberto Fernández, el jefe de Gabinete, hizo del llamado al diálogo del martes. Ese llamado fue formulado, con la sensibilidad de un elefante, por el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi. La Presidenta debía estar, entonces, donde estuvo ayer.Cristina hizo un discurso menos lucido pero más oportuno que en otras ocasiones. No hizo referencia directa al pleito con el campo, pero formuló un llamado a la unidad e invocó la necesidad de una convivencia "sin rencores, sin falsas divisiones y sin antagonismos". La propuesta generó una sensación inmediata de alivio, aunque esa propuesta deberá estar avalada por los hechos. ¿Cómo armonizar la idea, por ejemplo, con el protagonismo público cedido desde el poder al ex piquetero Luis D'Elía? El problema no es el protagonismo, al cual tiene derecho, sino la forma como acostumbra a desarrollarlo: o con malas artes o con lenguaje amenazante. ¿Cómo armonizar aquella misma idea con la conducta hostil de la juventud peronista, un remedo pobre de la década del 70? Esos jóvenes -no todos lo son- actúan aguijoneados por el secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli.La propia Presidenta podría revisar algunas de las decisiones tomadas en medio del fragor con el campo. Canceló su visita de hoy a Córdoba fastidiada, con seguridad, con Juan Schiaretti. El gobernador mantuvo siempre abierto un canal de negociación con los dirigentes rurales y fue el único ausente en la asunción de Kirchner. La recuperación de una convivencia normal, bien entendida, debería empezar por casa.Moyano fue quien provocó la mayor sorpresa. Apareció como un hombre casi manso y convocó a los dirigentes rurales, en cuatro oportunidades, a la mesa de negociación. En esa estrategia asomó, sin disimulos, la mano de Kirchner. El ex presidente considera que su esposa hizo durante este par de meses de conflicto muchos gestos hacia el campo. Y que nunca fue correspondida. Suele subrayar aquella reunión de tres horas que abrió las puertas a un diálogo luego frustrado. La frustración no vino sólo por las exigencias del campo: hubo funcionarios en el Gobierno -Guillermo Moreno, el secretario de Comercio, en especial- que mucho tuvieron que ver con aquel fracaso.El Gobierno parecía encerrado en el conflicto y dominado por la impronta de la rebeldía rural. El giro de ayer le permitió reconquistar alguna iniciativa y trasladar, de paso, la responsabilidad política a los dirigentes del agro. La sociedad rechaza la terquedad oficial y rechazaría una conducta similar de los representantes de la protesta. Todas las encuestas, amén de revelar el desgaste gubernamental, reflejan con contundencia otra cosa: una abrumadora mayoría de los argentinos (el 74%, en promedio) reclama el fin del conflicto.Ese estado de ánimo, sin fisuras, transmitieron los gobernadores del PJ que asistieron a la asunción de Kirchner. El Gobierno pareciera haberlo comprendido según se desprende de lo oído en la ceremonia de ayer. Lo oído fue una cosa y lo visto, otra diferente. El llamado a la unidad de Cristina hubiera merecido otro marco. Menos anacrónico, tal vez más masivo. Su llamado a la convivencia también, pero aquel anacronismo terminó por tapizarlo casi todo. Se encargaron de hacerlo los gremialistas de Moyano y de la UOCRA con su salvaje pelea.

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