Así lo aseguró Josef Fritzl, de 73 años, el austríaco que tuvo cautiva a su hija durante 24 años y con la que tuvieron siete hijos. En su defensa, dijo que "podría haber matado a todos y entonces nada hubiera pasado. Pero llevé a Kerstin al hospital", refiriéndose a la joven internada en grave estado.
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